Para hablar de deseo, primero es necesario hablar de un concepto que siempre me ha llamado la atención, el concepto de libido. Según Sigmund Freud la libido se entiende como una energía vital de cada persona que nos impulsa a tener relaciones sexuales para saciar las ganas de sexo. Una manera más fácil de entenderlo es pensar que la libido sería al sexo lo que el apetito es al hambre, es decir, la libido la podemos entender cómo el apetito sexual. Imagínense esas veces que comemos cuando estamos muertos de hambre es una sensación tan placentera, al igual que cuando satisfacemos nuestros deseos sexuales.
Pero ahora por otro lado, piensen en esas veces que no se sienten muy bien o están algo enfermos pero tienen que comer para sobrevivir y mejorarse, ¿tienes ganas realmente de comer? ¿disfrutan de esa comida? Al menos yo no. Lo mismo pasa en el sexo, si no nos encontramos bien con nosotros mismos, estamos estresados o angustiados, nuestro apetito sexual seguramente baja. Entonces, si estamos mal o nuestra relación no está en su mejor momento, es probable que en el momento de tener relaciones no lo pasemos tan bien lo que va a llevar a que tenga menos ganas y así sucesivamente.
2 tipos de deseo sexual
Sin embargo, lo interesante es que hay 2 tipos de deseo sexual: el que conocemos como deseo instintivo, esas ganas que aparecen de pronto como un fuego que hace que necesitemos tener relaciones en ese momento. En cambio, el otro tipo de deseo que es más frecuentemente en mujeres pero también cuando estamos estresados o preocupados por las cosas del día a día y nuestra mente está en otra, es un deseo que no aparece hasta que mi cuerpo entra en el ambiente y logra relajarse dando pie a que aparezca la excitación y ahí poder decir “ah igual tengo ganas de esto” y disfrutar.
Entonces hablar de libido es importante, porque si entendemos que esa energía está presente en nosotros solo que no siempre aparece tan de pronto sino que a veces necesita de unos cariñitos y un ambiente que le permita aparecer, de esta manera podemos empezar a hacernos cargo de la aparición de esta y no esperar sentados a sentir ganas de.
Es importante no preocuparse por el deseo, sino que ocuparse de crear ambientes para que la energía pueda fluir.
